miércoles, 19 de noviembre de 2014

Meditaciones tourísticas

Todos los choferes tienen cara de Héctor. Se escribe "Héctor". Se pronunciará durante todo el trayecto: "Hetorrrr".

En todas las excursiones hay una pareja que se ama tanto que no puede soportar el no poder viajar sentados el uno al lado del otro, pero que por algún motivo deberá verse forzada a viajar separados. El viaje transcurrirá entonces entre abrazos por sobre la butaca, mensajes por celular y caras no amigables al resto de los pasajeros.

La guía es amable por la tarde, simpática por la noche, un enemigo por la mañana cuando llama al desayuno, y detestable en el viaje de vuelta.

Omnibus turísticos de la Compañía Internacional de Transportes Automotores (CITA) al pie del Cerro Tronador, 1942.








La banda sonora del viaje, a cargo de "Hetorrr", será equiparable en estilo al color fucsia del tapizado del micro.

Encontrar una excursión en omnibus, en la que la película proyectada sea un clásico del cine francés o hollywoodense, es tan probable como encontrar un libro de Adorno cuya lectura resulte equiparable a la de una novela en vacaciones.

La cumbia, el chamamé e iconos musicales como el Chaqueño Palavecino, serán el sinónimo que la empresa transportista adoptará de música popular.

En caso de aburrimiento podrá optarse por el "juego de las diferencias". Durante un largo rato se sabe, que desde las ventanillas de ambos flancos el paisaje será similar, y las vaquitas, los postes y las ovejas serán moneda corriente de un lado y del otro.

Tomar cualquiera de los brebajes ofrecidos por las expendedoras ubicadas en el omnibus, sea jugo o café, ocasionan según la Universidad de Ontario, fiebre tifoidea, parásitos y una extraña tendencia a omitir la letra "s" durante al menos quince minutos.

Siempre hay un niño pequeño, que a los gritos pelados hará justicia expresando el tedio, el agobio y la frustración colectiva.


domingo, 2 de noviembre de 2014

La muerte nos sienta bien

El culto a la vida, si de verdad es profundo y total,
Es también culto a la muerte.
Ambas son inseparables. Una civilización que niega a la muerte
acaba por negar la vida.
Octavio Paz

La muerte nos sienta bien
La calavera Katrina – José Guadalupe Posadas


La pregunta por la muerte es una constante inevitable en la vida. Vivimos con sentido porque sabemos que algún día moriremos, aunque nadie haya vuelto para contarnos cómo es el viaje. De todos los temas existenciales; es el de la muerte quizá uno de los más controvertidos y paradójicamente vitales de la humanidad. No hay manifestación de la vida que no haya reservado un espacio para representar la magnitud que; en términos sartreanos “la ya no espera del ser” tiene en esa “espera del ser”: en ese “futuro que será”.  Es por eso que no debería ser llamativo que el despliegue de celebraciones y servicios para honrar, festejar o padecer la muerte, escapan los límites de lo imaginable.

El 2 de noviembre fue el día que México destinó para la celebración del día de los muertos (el día 1 se conmemora a nivel mundial el día de los Santos inocentes y el 2 el de los fieles difuntos, en México se destina al recuerdo de los niños pequeños el 1 y el de los adultos el 2), y es la forma que han destinado a rendir culto a sus antepasados. Con orígenes que se remontan a  más de 40 grupos indígenas, este maridaje excelso producto de largos procesos culturales entre la cultura mexicana aborigen y la cultura hispánica, es la vía de escape de los dolores del alma amerindia. La fecha es coincidente con la época de las cosechas, un tiempo marcado por la abundancia, tiempo de maíz, de calabaza, de cultivos fértiles, y de campos frondosos, que devendrán en una lógica por compensar una economía desorbitante e irracional con rituales agrarios que regulan los procesos sociales. El día de los muertos en México es una salida alternativa al dolor, es festejar la abundancia, recordando con alegría la historia de quienes nos han dejado; historia que se revisita cuando todo el pueblo se viste de fiesta, y las puertas de las casas se abren de par en par recibiendo a lugareños, vecinos y extranjeros; cualquiera que pase es bienvenido a sentarse en la mesa, comer hasta reventar, brindar en nombre del difunto, y se ofrenda un fruto de los sacrificios y esfuerzos del pasado, que será compartido en el marco de la fiesta y el carnaval que orlan el júbilo del pueblo que festeja por no olvidar.

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Menos tradicionales y tal vez más comerciales, pero no por eso desinteresadas, son las costumbres que han devenido en opciones que se han asimilado en las sociedades más occidentalizadas;  desde ataúdes con los colores del cuadro de fútbol del difunto, hasta espectaculares cremaciones con servicio de azafata incluido… por el espectacular precio de y en comodísimas cuotas rezan los anuncios al pie de la avenida. Múltiples son las ofertas de los canales de tv que también a nivel mundial nos ofrecen programas que satisfacen la curiosidad de los que tal vez buscan escaparle a lo inevitable; y hacen de la vida una negación de la muerte. El fin solo es algo que puede acontecerle a una otredad; y es por eso que en la creencia de que el ocaso solo puede llegarle a otros, disfrutan solazándose mientras ven, por ejemplo, como un condenado a muerte en China, es parte de un reality show en el que se lo acompaña hasta en las horas mismas en que los ojos se cierran para no volver a abrirse. Son otros los que nos abandonan para dejar de ver lo conocido, son otros los que ya no son; son otros y no son yo.
Hay servicios en internet que prometen indicarnos la fecha en la que moriremos, algunos nos aseguran también adelantarnos el motivo; y en un mundo donde hay muchas, infinitas contradicciones, donde sobran las preguntas y no abundan las respuestas, donde ridículo es el segundo nombre de lo cotidiano; es lógico que suene tentador para muchos.
Sin embargo, y a pesar de este crisol de posibles respuestas bizarras y de esta descomunal oferta de desviaciones del más allá; hay todavía opciones para hacer de la muerte, de su existencia, de su absurdo, una apología de la vida.

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Un ejemplo es el de la serie de HBO, “Six Feet Under” del genial Alan Ball, serie donde una familia que tiene una funeraria se enfrenta constantemente a la contradicción que representa convivir a diario; mientras intentan escuchar a su verdadero yo; con la pérdida, con la angustia, con la agonía de saber que todos los días, y de las más diversas maneras (es magnánimo el hecho de que cada capítulo empiece con una forma circunstancial de muerte distinta), la muerte va a apersonarse, se va a sentar en su mesa, será parte de sus discusiones, de sus elecciones personales, y en donde, en palabras del director: “(…) será la fuerza de la vida la que trate de abrirse paso a través de todo ese sufrimiento, dolor y depresión (…)”. Su personaje principal Nate Fisher (Peter Krause); es sin lugar a dudas un filósofo errante que hace de la incertidumbre y la oscuridad que lo rodean un canto surrealista; un estandarte de la existencia, un aguerrido defensor del ser, en la lucha por nunca abandonarse a lo inevitable del destino.
La vida es un constante caminar hacia la muerte (para los pesimistas, intuyo dirán); aunque también, y desde un punto de vista diría sin animosidades de rigurosidad; la muerte es posibilidad. La idea de la muerte es en el devenir de lo inevitable y lo azaroso, lo que nos hace libres. Nos libera del determinismo, y aunque suene contradictorio; porque no hay Highlanders que hayan superado los márgenes de la ficción; podemos elegir trascender a la historia, podemos eternizarnos en nuestra propia humanidad; y podemos alcanzar más allá de la cantidad de días que vivamos, vivir en el recuerdo de los que quedan. El cómo, queda en nosotros; tal vez sea lo único que podamos elegir.

Six feet under trailer promo: 



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Boyhood: (Momentos de una vida)

La última aventura de Richard Linklater, desde la simpleza de una línea de tiempo de 12 años dibujada en 39 días de rodaje, nos regala este collage de fotos que, bonitas podrían llenar cualquier álbum, y lo convierte en leyenda.


"Cualquier destino por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es". Así, en la "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)", Borges tal vez inspirado en sus consultas al I Ching, nos hablaba de destino.
En "Boyhood", Linklater (director de la trilogía "Antes del amanecer", "Antes del atardecer" y "Antes del anochecer"), dibuja en su línea de tiempo, el camino que recorrerá Jason (Ellar Coltrane) en la búsqueda de ser. Esa búsqueda de la que hay tanto escrito. La misma para la que se acuñaron mil términos, aunque solo dependa como en el planteo sencillo pero magnánimo de "Boyhood", de existir.
El trayecto de casi tres horas, es un viaje sin el ticket de regreso. Es la sucesión de los paisajes de la vida de este niño de seis años, que por la ventana que Linklater abre, pasan por la vista como mirándolos desde un tren. Un tren al que ya subimos y del que no terminamos de bajar. Una sensación conocida, familiar. Imágenes que pueden verse una y otra vez, como en esos libritos que si se pasan las hojas rápido regalan dibujos que cobran vida.
No es esta la historia de un grupo de mutantes, ni la de superhéroes con poderes mágicos. Tampoco la de seres mitológicos en 3D. Es la historia mínima de un niño que crece y se convierte en un adulto, que de no ser Jason podría haber sido cualquier ser humano.
Serán el retrato de los cientos de mudanzas a las que lo someterá su madre (Patricia Arquette), las canciones que herede de su padre (Ethan Hawke) que ilustrarán sus días, las peleas con su hermana mayor (Lorelei Linklater), los primeros amores, los cortes de pelo, las fiestas de cumpleaños, la primera cerveza, las primeras fotos de mujeres desnudas y los cambios de look; lo que hagan de este niño, en el intento por no repetir las malas decisiones de sus padres divorciados, un hombre genuino.
Con una estética inintencionadamente cuidada, la fotografía es de una belleza poética extasiante que invita a filosofar y a testificar el hecho de que tal vez sí, como dice Eduardo Galeano: "al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos".



Mientras los títulos no asoman a la pantalla, durante una década en la vida de Jason (rodada a lo largo de casi 12 años (2002-2013) pero en solo 39 días de rodaje en que capturó la esencia de Coltrane); Linklater invita a los espectadores a ser testigos de este collage de fotos que, bonitas podrían llenar cualquier álbum y lo convierte en leyenda.


FICHA TECNICA:
Título original: Boyhood
Año: 2014
Duración: 165 min.
País: Estados Unidos
Director: Richard Linklater
Guión: Richard Linklater
Fotografía: Lee Daniel, Shane Kelly
Reparto: Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan Hawke, Lorelei Linklater, Jordan Howard,Tamara Jolaine, Zoe Graham, Tyler Strother, Evie Thompson, Tess Allen, Megan Devine, Fernando Lara, Elijah Smith, Steven Chester Prince, Bonnie Cross, Libby Villari, Marco Perella, Jamie Howard, Andrew Villarreal, Shane Graham, Ryan Power, Sharee Fowler
Productora: IFC
Género: Drama
Trailer:  



Reseña publicada en "El Acople": http://www.elacople.com/wp/index.php/2014/10/30/boyhood-momentos-de-una-vida/