sábado, 18 de octubre de 2014

Puedes dejarte el corpiño puesto: Breve historia del corpiño

El corpiño cumple 100 años: En 1914, en Nueva York, una chica de 19 años patentó un corset reducido, como los corpiños que conocemos hoy. Aquí un poco de la historia de este compañero tan íntimo como cotidiano.

Corset - 1845
Si tuviera que hacer una cronología de la historia del corpiño se tornaría aburrido; y como no deja de ser necesaria, me comprometo a narrarla como si estuviese contándole la historia a un niño. Estamos en el siglo XX, y un señor que por misterios de la vida y la conspiración no se sabe si fue Charles Debevoise o Philippe de Brassière, inventó el sujetador. Nada sofisticado, fue patentado por Mary Phelps Jacobs en 1914, quien según la historia tuvo la ocurrencia de crearlo un dìa de calor allá por 1913, cuando se puso su vestido favorito y notó que el corset afeaba el atuendo. Cortó entonces una cinta y unió con ella dos triángulos de seda: voilà el negocio del corpiño que multiplicara entre centenares con sus amigas y que por carecer de las técnicas de marketing suficiente se fue derrumbando. Vendió la patente a Warner Brothers por 1500 dólares, desconociendo los alcances de su invento, que la Warner confirmaría los 30 años posteriores ganando 15 millones de dólares con la venta de corpiños.
El invento también es atribuido a Otto Titzling en 1912, que había diseñado un sujetador para la cantante Swanhilda Olafsen que no llegó a patentar, a Marie Tucek que en 1893 ya había improvisado un apoyo de pecho improvisado con dos bolsas separadas que Charles Moorehouse con imaginación y lujuriosa bizarría en 1912 rellenó con hule y permitió inflar para llevar el tamaño del escote a talla Loren.
De allí a esta parte, el corpiño aparecería en la historia en contraposición a un soutien antiguo que en la Creta del 1700 A.C elevaba los senos hasta llevarlos por fuera del vestido, o al corpiño de las griegas y romanas que hasta en épocas victorianas asfixiaba la cintura con varillas de metal hasta los 50 cms de ensueño y el desmayo de unas cuantas doncellas y no tanto. Y es que Catalina de Medicis, en la Francia de 1550, se había obsesionado ridículamente con ocultar las cinturas anchas en la Corte, y ordenó el diseño de unos artefactos que cinchaban las carnes desde los 12 hasta 32 centímetros, realzando el busto y provocando a las mujeres desórdenes menstruales, abortos y la visión de la anatomía de un cuerpo que parecía quebrarse.
Jane Russel - The outlaw - 1943
El material de los corpiños antes de Jacobs debía ser pesado y resistente, porque cuando Estados Unidos entró en la Gran Guerra, les pidió a las mujeres de la nación que donaran sus corsés metálicos y construyeron con ello dos naves de guerra: toda la resistencia de la feminidad norteamericana se estaba agolpando en 28000 toneladas de hierro en las hileras del horror.
En el devenir del siglo XX, con el soutien a la vanguardia protagonizando las páginas de Vogue, desde los años 50´, el ideal del busto oprimido y la supresión del pecho empezaron a reemplazarse con el influjo del Hollywood que todo lo puede, y aparecieron en reemplazo escotes sugerentes, y la necesidad de mostrar las partes que antes se imaginaban por debajo del vestido. Jane Russel desde la película “El bandido” lidera la camada de sex symbols de la época, luciendo el corpiño sin breteles tipo balconet que diseñó el director John Hughes especialmente para la ocasión. Así las mujeres comenzaban a lucir pechos que emergían con forma como de misil, dispuestas a asestarle la sensualidad a la cara, al tiempo que les exigía exuberancia. Los
nuevos corpiños aliviaban el peso de la lencería de los tiempos de guerra y permitía además lucir una nueva figura. La iconografía de la época se plasma en películas de protagonistas despampanantes que se encuentran en calendarios de gomería y trasciende hasta la época en que el amor libre, la paz, la libertad, llegan para cambiarlo todo. Es la revolución de los colores, de las artes y de las formas; el cuerpo no es parte de la propiedad privada de nadie, el cuerpo es solo objeto del deseo de aquellos de cuyas ataduras quieren librarse. Por tanto y en lisérgica reunión, en los 60`- 70´ las mujeres se reúnen y como parte del ritual se liberan de los corpiños, los cortan, los queman, los intervienen pintándolos de colores psicodélicos como símbolo de la liberación de todo lo que no las deja ser. Libres al fin, con los pechos al viento expresan la consigna que de momento las enarbola, la de simplemente ser.
Jeux des enfants - 2003
A medida que el sueño hippie fue despertando, y el amor, la paz y la libertad mutaron en logos de Ong´s capitalistas post Caída del Muro, el corpiño se vuelve rebelde, y con Madonna la iconoclasta mimada del pop exagera la forma francesa del cono de punta infinita, con estilo punk pero moderado, y desde la década del 90´son pocas las muestras de rebeldía que en los corpiños se expresan.
El corpiño cumple 100 años y aunque es posible adquirirlos en todos los tamaños y colores, con o sin diamantes y hasta con sensores japoneses que detectan si el galàn de turno es compatible con una o no, es todavía símbolo de la liberación de la opresión de la mujer, y enemigo acérrimo de algunos señores amantes que luchan con él en las horas locas del efluvio amoroso. Pueden dejarse el corpiño puesto!

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