domingo, 4 de marzo de 2012

De carne somos

Basta con googlear la palabra MUJER, para darse cuenta de aquello que notamos las féminas diariamente en el acontecer de nuestra cotidianeidad: las mujeres estamos hoy día condicionadas a ser aquello mismo de lo que fuimos sinónimo otrora. La mujer es quien sin importar cuántas peripecias haya tenido que sortear a través de la historia, sigue siendo la segunda protagonista detrás del galán en la novela trágica de todos los días. Es ella quien sin importar cuántos siglos le haya tomado derribar los prejuicios, desde los que ponían en duda sus capacidades (algunos hasta científicamente fundamentados que decían que poseía un coeficiente intelectual inferior o igual al de los animales), hasta los insignificantes que impedían que llevase a cabo las cosas más mundanas, como usar un pantalón, cortarse el pelo, fumar, hacer trabajos no domésticos; pareciera no haber conseguido borrar del todo las huellas de la aparente desigualdad.
La mujer se enfrenta en la actualidad, como siempre acompañando los cambios sociales y las concepciones sociales de cada momento, a un gran desafío; que es el de derribar y luchar combativamente contra la gigante contradicción que atraviesa de momento. Por un lado, aunque subsisten hoy día lamentables ejemplos de sometimiento femenino donde no son respetados los principios de igualdad y no discriminación (el mundo árabe con las aberrantes doctrinas del Islam es entre otros muchos, el más cruel de los ejemplos) y aunque aún haya escalas en la jerarquía laboral que parecieran no haberse adaptado aún al ingreso de la mujer al mercado laboral (y se empeñen en no respetar los más básicas derechos como los de licencia de maternidad, permiso de lactancia y otros tantos que ya deberían saberse adquiridos); podríamos decir que las conquistas en los más diversos ámbitos acompañan el crecimiento del rol de la mujer en la sociedad. Hay mujeres en el ámbito de la política; las hay en el mundo de la economía, en las artes, en los negocios, hay mujeres en las fábricas, en la guerra, hay mujeres policías; y todo esto gracias a dios pareciera una obviedad. 
La pregunta sería entonces; ¿por qué si ya se supone a través de la historia ya hemos probado que podíamos superarnos y podíamos ejercer nuestro derecho a elegir; de elegir si queremos a una persona con quién compartir nuestros días, con quién tener hijos, si tener hijos o no, si trabajar o no, elegir la profesión que queremos desarrollar, el trabajo con el queremos subsistir, con quién queremos dormir, por qué si accedimos al control de nuestra sexualidad, al control de nuestras vidas; pareciera ser que se empeñan por relegarnos nuevamente al ámbito doméstico, a cuidar del hogar y a tener hijos como si fuéramos incubadoras de nuevos seres humanos?; y más importante; ¿por qué algunas mujeres se ubican en la otra alternativa que nos depara el aún aparentemente e indisimulado reinante mundo machista exhibiéndose como objetos, como únicas poseedoras de un cuerpo que lucen creyendo liberarse y que es en definitiva funcional a la intencionalidad del hombre de mostrar al mal llamado "sexo débil" como un objeto?.
La cosificación de la mujer es constante; y es desde ya, funcional a la sociedad de consumo capitalista. La mujer sirve para vender: es sexo, es moda, es moda para tener sexo, se engaña desde la publicidad a las mujeres mostrando supuestos modelos perfectos de superficialidades inalcanzables, y se las apabulla desde que se levantan hasta que se acuestan. Lo inalcanzable se les impone desde las marcas; por supuesto debe ceder al consumo para poder alcanzarlo; así para ser de determinada forma tiene que ejercitarse con tal aparato, comer tal yoghurt, usar tal maquillaje, vestir tal diseñador, y la lista es eterna porque en tanto y en cuanto haya mujeres que se valgan de su exterioridad como único arma y argumento para alcanzar la felicidad, más serán las cosas que deba obtener y que se le vuelvan hostiles.
El sexo es otra de las herramientas de las que se valen algunas mujeres para mostrarse independientes. La tv da asco. Está lleno de ello, y me temo que está inundando las revistas y los diarios. Hay culos como dijera cierto personaje de Capussoto, hasta para vender cepillos de dientes; culos perfectos y turgentes para venderte un seguro para el auto... Es paradójico; usan el cuerpo como arma de liberación y a la vez como medio de producción pero no son en esta lamentable transacción las verdaderas dueñas; porque están alienadas. El cuerpo no es suyo: es un objeto, objeto del deseo de aquellos de quienes pretenderían liberarse. 
¿Dónde residiría el peligro de que las mujeres no sean más un habitante de la casa con una escoba en la mano y los chicos corriendo alrededor? ¿Qué pasaría si solo nos abocáramos a utilizar nuestras energías en ir por aquello que nos falta y para trabajar un poco por aquellas que no gozan los derechos que ya disfrutamos algunas pocas? ¿No será por éso que constantemente las propagandas cuyos productos son destinados al segmento femenino sólo muestran mujeres embarazadas o paseando el perro? Nunca ví una propaganda de cosméticos o de yoghurt mostrando una operaria; como en su momento la sociedad no reivindicó en la historia a las mujeres bolcheviques que lucharon por sus derechos, o las mujeres que lucharon a la par de los hombres en las guerras de las independencias latinoamericanas, por mencionar solo algunos ejemplos de miles. 
Es importante, al menos sería trascendental que nos cuestionáramos cuál es el rol que actualmente estamos encarnando en la sociedad, y cuál es el rol que queremos dejarle a las generaciones futuras. La mujer debe ir por más, aún hay miles que se ven acalladas, sometidas a tratos injustos, condenadas a trabajos precarios, muriendo en la práctica del aborto por no poder ejercer uno de los que debieran ser el más legítimo de los derechos. Es hora de dar un giro y asumir el protagonismo, porque nacimos para ser protagonistas de la historia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario