jueves, 1 de marzo de 2012

De la ecología y otras yerbas

Cuando comencé a escribir esta nota; hallé mi tan buscada contradicción al pensar en la ecología como algo más que la diferencia entre llenar la bañera menos veces al mes para evitar que miles de personas sucumbieran de sed en eternos desiertos asiáticos; como algo más que simplemente buscar una alternativa para cambiar mis "tendencias contaminantes" de vida. 
La ecología es una contradicción per se en un mundo donde mientras 800 millones de personas mueren de hambre al año, el 80 por ciento de la producción mundial de cereales es destinado a la alimentación del ganado y para ello son empobrecidos los suelos que alimentarían a las futuras generaciones, son contaminadas las aguas y los antes multicolores ecosistemas del planeta con el devenir de los años se van tornando amarillos.
"El planeta nos castiga"; oímos decir en los noticieros amarillistas que sin un exhaustivo análisis de la cuestión lo sentencian sin buscar culpas como si el entero globo se dispusiera a cambiar el destino de la humanidad. 
¿Nos preocupa la ecología; o es simplemente una oportunidad para ver celebridades que con mensajes vacíos salen a respaldar la inmortalidad de los orangutanes senegaleses? ¿Hay una filosofía de preservación del medio ambiente en una sociedad que pareciera regida enteramente por la teoría del caos? Aunque verosímil (demasiado diría) debiéramos también velar porque la tendencia se retrotraiga y el viaje sea menos perturbador; no hay que olvidarse que cuanto más cerca de las condiciones iniciales se encuentre, mayor será el efecto multiplicador. Así las poblaciones del mundo se deben al menos, la oportunidad de reconsiderar algunas cuestiones, antes de tener que acostumbrarse a los nuevos paisajes.
Este sistema reinante se adjudicó la muerte de más de 30 millones de árboles que no volverán a dar sombra; árboles que dejan sin contención a poblaciones que se ven enteramente inundadas y empobrecidas. Las urbes se ven infestadas de aquellos que migran en la búsqueda desesperada e irresoluta de un pasar mejor; en 37 ciudades del mundo se hayan conglomeradas 8 millones de personas. El Amazonas, selva del mundo, está siendo reducido en un 50% de su tamaño en un proyecto económico del gobierno de Brasil; haciendo que las tribus que desde sus orígenes la habitan deban abandonar sus hogares por la escasez de agua y la deforestación. En EEUU el país más contaminante del planeta, se consume la misma energía que en todo el continente europeo en su totalidad; más de la mitad de su población habita en las ciudades y en el ámbito rural se practica la agricultura de extensión: ésa que necesita alimentar bocas de ganado en lugar de bocas hambrientas y humanas. Aunque representa sólo el 5% de la población del globo, emana el 25% de los gases que producen el efecto invernadero. China es el segundo país más contaminante del mundo, otra enorme contrariedad justificada por un lado por ser la nación más poblada, y enormemente injustificada por la sabiduría de la filosofía oriental que profesaba el respeto de todas las formas de vida y ha sido relegada por el siempre fiel y vil metal. El problema de la energía, con la constante penetración de la sociedad de consumo que nos avasalla día tras día con nuevos artefactos de todos los tamaños y colores, despierta a los más temibles enemigos. En la gran vidriera del mapa, desfilan ante él desde guerras abismales por la conquista del oro negro hasta el socavamiento de los recursos naturales y básicos no renovables. A los tecnócratas funcionales al dinero, no les importa mancharse las manos de sangre con tal de llenarse los bolsillos de oro negro. Se estima que para el 2020 los pozos que sacian la sed de petróleo se estarán secando mientras las tierras que fueron despojadas de él hayan quedado finalmente despojadas de toda humanidad. Haití es el más triste de los ejemplos. Desolada por las inundaciones, después de haber sido convertida en la prostituta del mundo, sufre actualmente los vestigios del saqueo de su mineral más preciado; el carbón. Ante la falta del mineral la gente de los poblados se vio en la obligación de deforestar para obtener el carbón que ya la tierra había comenzado a negarles, incurrieron sin querer en un error que les costaría caro y dejaron sin estructura al suelo que sucumbe cada vez que llueve y grita ahogando a mares a su gente. 
El consumo desmedido nos lleva lentamente a destruirlo todo. Estamos reemplazando años de vida por una comodidad banal y pasajera. Cada año 1000 millones de teléfonos celulares son vendidos en el mundo. Todo se compra nuevo, nada se repara. Los automóviles en cantidad superan a quienes pueden conducirlos, la energía necesaria para mantener nuestro estilo de vida actualmente insume poco a poco los recursos de un planeta que “enojado” o no clama por una solución. 
Pero, ¿es posible modificar nuestro estilo de vida? En una modernidad líquida donde las cosas parecieran personificarse y los sujetos objetizarse; todo pareciera indicar que no. Los capitalistas seguirán bregando por la obtención de la máxima ganancia, así sea como de costumbre a merced de los trabajadores, de las naciones que luchan por dejar de ser excluidas, y a pesar de que se nos vayan oscureciendo los días y alargando las noches.
Todavía estamos a tiempo, y tal vez haya después de todo esperanzas. Habría sin lugar a dudas que bogar primero por una modificación en los intereses que rigen los valores con los que la sociedad se conduce. Pero también hay ejemplos. Son esos casos que nos dicen que tal vez un día despertemos con el humor cambiado; con un sentir distinto; que tal vez podamos seguir viendo la luz del sol. En Bhutan (una monarquía de dudosa representatividad) 1/4 del territorio butanés es zona protegida. Los árboles, bajo pena de prisión sólo pueden ser talados con permiso del gobierno y deben ser reemplazados al unísono de ser talados, para preservar el bosque para las futuras generaciones. En China, para darle solución al problema de la contaminación que los hace acreedores del segundo puesto; están desarrollando nuevas técnicas de obtención de energía a partir de la materia fecal. Se denomina “biogás” y puede utilizarse para calefaccionar y como combustible; siendo económico, sustentable y renovable y abastece a 25 millones de chinos en la actualidad. En Haití, el ingeniero botánico Jean Baptiste Chavannes, socializando sus conocimientos está logrando ayudar a su pueblo a recuperar las plantaciones; con cultivos en pilotes que permiten a los trabajadores alimentarse sin arrasar con el suelo evitando las inundaciones. 
Son como dije, solo algunos ejemplos; pero no por pocos son menos valiosos. El mundo está lleno de utópicos. Solo nos resta esperar que despierten.

FUENTE:
"Earth from above" - Yann Arthus Bertrand

HOME TRAILER:
https://www.youtube.com/watch?v=HtUMpCQayFY























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